quinta-feira, 22 de dezembro de 2011

Sonrisa negra

Moleque es una palabra que ciertamente no existe en la lengua española, pero tampoco tiene sus orígenes en el vocabulario portugués, ella, como muchas otras del cotidiano brasileño, nació de la inteligencia africana que llegó a mi país esclavizada. Originalmente, “los moleques” eran aquellos chicos negros, hijos de esclavos que vivían en las haciendas. Estos jóvenes siempre generaban la desconfianza y el cuidado de sus señores porque eran muy traviesos y astuciosos, desde niños demostraban la destreza de los movimientos comunes de la cultura africana, cosa que en Brasil llamamos ginga. Ya los meninos, que eran los hijos de los señores y hombres blancos libres, reproducían el perjudicial comportamiento esclavista, pero jamás dejaban de convivir y aprender con los moleques. La capoeira, el samba y también el fútbol brasileño, todos cargan el “elemento moleque”, algo que hizo de la cultura brasileña una de las más plurales y vibrantes del mundo. Hoy en día, ellos, los borregos de mi nación, están tocando el samba en las favelas, jugando al fútbol de pies descalzos en las calles de los barrios lejanos y, a veces, hasta robando caramelos a los mercados. Pero también están ocupando los espacios de poder, buscando con la alegría de su cultura ancestral construir un país más justo. La verdad es que los moleques son el alma del pueblo brasileño, ellos enseñaron a la gente de este país a driblar la tiranía de los poderosos, a superar el dolor causado por los látigos que hasta hoy inciden sobre las espaldas de un pueblo pobre y explotado. La sonrisa negra, la belleza negra, su fuerza y su brillo, esto sí, fue lo que civilizó Brasil, así se construyó nuestra modernidad más allá de toda una historia de injusticias.


Publicado na revista "Siete Borreguitos" de circulação livre em Buenos Aires, Argentina. Dezembro/2011. http://sieteborreguitos.com.ar/index.html

sexta-feira, 9 de dezembro de 2011

Luxúria e libido mental

Leituras são encontros a dois, são possibilidades de verdadeiros e apaixonados romances entre livro e leitor. Mas, é claro, também podem ser apenas transas casuais sem um envolvimento mais sério, algo assim superficial. Há, infelizmente, também aqueles partidários da castidade intelectual, mas estes não nos interessam aqui, eles nada nos oferecem pois escolheram a solidão fruto da ignorância. O que acontece, na verdade, é que nunca há um casamento, mas sim uma eterna troca de pares, isto é, novas paixões seguidas de um fim e assim por diante. O leitor insaciável não tem pudor, é promíscuo, envolve-se indiscriminadamente, às vezes com mais de um ao mesmo tempo (detalhe: quase nunca se preserva). São costumes antigos e que, enfim, continuam a existir. Em tempos de tecnologia avançada, a relação íntima com o conhecimento chegou ao ponto de se virtualizar, mas ainda existem os que não abrem mão de um contato direto, cara a cara, tête à tête. Entretanto, um verdadeiro amante do conhecimento e dos livros não se ilude, sabe que é efêmero o ato em si. Por isso ele segue com seus infinitos desejos e conquistas, sem nunca idolatrar o seu objeto de prazer. Ele usufrui do que o contato com um bom livro lhe oferece, sempre com gratidão e nunca se vangloriando. Assim, segue o seu lascivo caminho, sempre compartilhando suas experiências com seus semelhantes.